El ganador de las elecciones fue Jakub Blaszczykowski, con el vicepresidente Hubeñín Baltérrez.
Para ese entonces se produjo la llamada Crisis Tipográfica de 1885, que curiosamente impidió la asunción del presidente electo.
La Imprenta Nacional del Palacio Pintado había sido instalada precariamente con equipos ingleses, y carecía de acentos y eñes. Con los años se recibió otra imprenta de origen tailandés, que no resolvió el problema, ya que ninguna letra servía para el castellano, y sus letras se quisieron fundir para fabricar acentos y eñes. El intento de fundición derivó en un incendio que consumió casi todas las eles y las eses. En alguna oportunidad se importaron algunas letras para paliar la escasez, y se pudieron imprimir algunos documentos demorados, pero eso agravó la escasez de tinta y papel, por lo cual el problema no se resolvió.
A raíz de la escasez de tipos metálicos se promulgó la Ley de Modernización y Simplificación del Idioma de 1799, que legalizaba una ortografía alternativa para el idioma local, y diferenciaba al Guatepeoreño del Castellano.
Las letras dobles fueron consideradas sinónimo de derroche, y el doble apellido una ostentación intolerable. Dado que era obligatorio imprimir a menudo los nombres de los funcionarios en boletines, diarios y volantes, estos fueron la principal víctima de la nueva ortografía. En Guatepeor, Pérez, López, Aguirre, Cecilia y Avendaño, pasaron a ser Peres, Lopes, Aguire, Sesilia y Avendano. Se celebraba la fiesta de Ano Nuevo y los cumpleanos).
Numerosos alumnos de escuela fueron reprobados en las clases de Ortografía, por cometer las graves faltas de Desperdicio de Tinta, Abuso de Letras Dobles y Uso de Haches, o Aches, o Aces.
La mayoría de los decretos oficiales comenzaron a emitirse utilizando sólo abreviaturas, hasta tal punto que nadie los entendía, ni siquiera sus autores. Esto dio lugar a muchas confusiones y abusos de poder, aunque también aguzaba la creatividad e imaginación de los ciudadanos.
La mencionada ley de ahorro de tipos hizo que los aniversarios o festejos que se celebraban en setiembre, noviembre o diciembre pudieran celebrarse optativamente en mayo. Lo mismo los que caían en miércoles o domingo, que se podían pasar al lunes. Los maridos que olvidaban aniversarios o cumpleaños tenían así una segunda oportunidad.
Hubo un grupo de estudiosos de la lingüística española que le buscaron el lado positivo a esta crisis, proponiendo la simplificación del idioma español. En lugar de las letras v y b, que a menudo se confunden y en América se pronuncian igual, se debería inventar la v intermedia, cuyo dibujo combinaba las letras existentes. Del mismo modo, había partidarios de la nueva letra ceese, intermedia entre la c y la ese. La y griega desaparecería sin más, reemplazada por la ll. Las letras ka y q se declararon prescindibles y ostentosas, y se reemplazaron por la ce.
Incontables estudiantes de ortografía, reprobados antes y después de la Crisis Tipográfica, apoyaron esta reforma.
Hubo lingüistas que propusieron evitar nuevas letras, siendo que ya había suficiente escasez de las existentes,
y decretaron la extinción de la v. Otros, enfrentados con los anteriores, quisieron extinguir la b. Ambos grupos se enfrentaron con argumentos, insultos, palos, balas y cañonazos.
Del mismo modo, surgieron los enemigos de la c, letra fácilmente reemplazable por la s y la k, y de la z.
Los disturbios fueron tan graves, con muertos y heridos, que se decidió deportar al presidente Blaszczykowski a Alemania, y obligar al vicepresidente a simplificar su nombre.
Hubeñín Baltérrez, transformado en Ubenin Balteres, pudo asumir la presidencia.
Los apellidos guatepeoreños siguen hasta hoy simplificados, al igual que muchos términos comunes. Ríos de tinta han sido sabiamente ahorrados.
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